Reflexiones para tí.

Og

Por cierto, el rey Og de Basán fue el último de los gigantes. Su cama era de hierro y medía cuatro metros y medio de largo por dos de ancho. Deuteronomio 3:11.

Goliat es el gigante más famoso de la Biblia. Pero, no es el único. Este rey de Basán medía más de cuatro metros.

Con esa estatura, salió al frente de su pueblo para pelear contra Israel. Con semejante imagen delante, es natural que Moisés haya sentido temor. Dios se acerca al oído de su hijo y le dice: “No le tengas miedo, porque en tu mano lo he entregado, a él y a todo su pueblo, y a su tierra; y harás de él como hiciste de Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón” (Núm. 21:34).

Las palabras divinas siguen retumbando desde los confines de la historia, para llegar hasta nuestros oídos en pleno siglo XXI y decirnos, delante de los gigantes que debemos enfrentar: “No tengas miedo”; no hay ningún gigante que te pueda derrotar si estás peleando junto conmigo. Como siempre, el peligro está cuando nos alejamos de nuestro Campeón.

Los gigantes toman diferentes formas, pero todas ellas temibles. Se parecen a las pesadillas infantiles: pueden no ser reales, pero asustan ¡y mucho! No sé qué formas tienen tus gigantes, no sé cómo son, pero seguramente alguno podría existir.

Y  lo peor es que estos gigantes personales saben que les tenemos miedo, porque nosotros solos no los podemos vencer. De hecho, ¿cuántas veces in­tentaste vencer a tu gigante individual con tus propias fuerzas para verte, una vez más, derrotado por él? ¿Cuántas veces creiste que ese era tu momento de ganarle, creiste que habías conseguido doblegarlo y que lo habías vencido?

Con nuestras escasas fuerzas personales, es mucho mejor que sintamos miedo cuando el Og de nuestros pensamientos se atraviesa en nuestro camino. Si pensamos atacarlo con nuestro armamento, será como intentar derrumbar un león con un alfiler.

Los gigantes que el enemigo te atraviesa en el camino son siempre los mis­mos, porque él conoce tus puntos débiles; no gastes tiempo ni energía intentando vencerlos solo, porque no podrás hacerlo; pídele ayuda al mismo Dios de Moisés. Él se acercará a tu oído y te dirá: “Conmigo, no le tengas miedo; yo ya lo vencí”.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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