Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será́ salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así́ alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:13-16.

Una de las maravillas que te ofrece la vida cristiana es que Jesús no solo te rescata del drama del pecado y de sus consecuencias, no solo te enseña un estilo de vida superior, ennoblecedor y edificante: también te da el privilegio de convertirte en instrumento para bendecir y salvar a otros. En otras palabras, Jesús te da una misión.

Los cristianos sabemos dónde están la verdad y el bien, la vida y la esperanza. No vivimos en las tinieblas, sino en la luz.

Pero el gran drama del cristianismo como fenómeno histórico y sociológico, por lo cual provoca tanta apatía e indiferencia, cuando no rechazo y desprecio, es, entre otros factores, la pérdida de su identidad y de su razón de ser, es decir, de su misión. El cristianismo se ha convertido más en una cuestión social, de tradición familiar, o de esnobismo, que en una fuerza vital que transforma la vida, y eleva y ennoblece.

Por un lado, están aquellos cristianos que se aíslan del “mundo”, para no ser contaminados por él, pero que dejan de cumplir su misión de mezclarse entre los hombres para dar sabor, preservar de corrupción e iluminar su entorno. Por el otro, están los cristianos secularizados, que participan del mundo y con el mundo, pero que han perdido de vista su identidad y, por ello, también su misión.

No permitas que ninguna influencia te robe el tesoro que has hallado al encontrar a Jesús. Afirma tu identidad de cristiano, viviendo el cristianismo hasta las últimas consecuencias, y permite que, por medio de tu carácter cristiano, tu conducta consecuente con tu fe y tu servicio desinteresado, Jesús llene de sabor, de luz, de valor y esperanza la vida de quienes te rodean.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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